¿Por qué no se firman más Convenios Sectoriales en Bizkaia?

Estos últimos días en CEBEK nos hemos hecho varias veces esta pregunta. Y eso que este año pasado 2018 ha sido un buen año en cuanto a actualización de condiciones laborales vía convenio sectorial. Es más, son fundamentalmente dos convenios, pero que afectan a un número importante de personas y empresas, los que no tienen sus condiciones actualizadas; Industria del metal y Oficinas y despachos. Entre los dos aglutinan a más de 6.000 empresas y 75.000 personas trabajadoras.

Nos hemos cuestionado también por los intereses de quienes negociamos y las alternativas al no acuerdo y sus consecuencias.

Hemos recordado también algunas declaraciones que se hacen sobre lo que implica en Euskadi la aplicación de convenios estatales. “La estatalización empeora gravemente las condiciones laborales” se suele escuchar. Pero ¿y estar siete, diez o diecisiete años sin firmar un convenio?

Y nos hemos preguntado sobre el potencial que tiene nuestro Consejo de Relaciones Laborales. Es decir, si realmente todos pensamos que hacemos el mayor esfuerzo posible por acordar ¿Por qué no acudimos más a los procedimientos voluntarios de resolución de conflictos y que nos ayude un tercero imparcial? Más aún cuando estos procesos son fruto de un Acuerdo Interprofesional.

Y después hemos intentado respondernos de una forma objetiva, si bien tenemos que ser sinceros y reconocer que, como parte de la negociación sectorial, siempre tendemos a responsabilizar en mayor medida a la otra parte del no acuerdo. No decimos que ésta tenga una mayor cuota de responsabilidad, pero sí de la sensación que tenemos casi siempre de hacer un mayor esfuerzo y aún así no ser suficiente. Aunque seguramente los sindicatos sientan algo parecido.

En resumen, muchas preguntas aunque vamos a intentar reflejar nuestras respuestas y reflexiones en torno a una pregunta, la del título, a la que no es fácil contestar. Primero, porque quienes negociamos somos organizaciones sectoriales, y segundo, porque los datos demuestran que las afirmaciones anteriores relativas a una precarización general de los trabajadores/as provocada por la no firma de un convenio no son ciertas.

Vayamos por partes, parece evidente que patronales y sindicatos estamos en una mesa para firmar un convenio sectorial.

Siendo esto es así: ¿Por qué tardamos siete, diez o diecisiete años en firmar un convenio? Sí, no nos hemos equivocado. Por ejemplo, el convenio del Metal de Bizkaia lleva más de diecisiete años sin firmarse por una mayoría sindical.

Pero ¿Llevan estos sectores todo ese tiempo sin actualizar sus condiciones? Evidentemente no. Los hechos son tozudos y de los mismos se extraen algunas conclusiones que entran en contradicción con determinadas afirmaciones.

Damos por hecho que existe un interés común en la firma de un convenio colectivo por parte de quienes negocian. Y sin embargo, cuando se lleva todo ese tiempo sin convenio no es muy creíble que la culpa sea únicamente de una de las partes mientras la otra hace lo indecible por firmarlo. Al revés, si aplicamos la lógica resulta más creíble entender que la no firma es la mejor alternativa para las dos partes.

Es decir, hay un acuerdo tácito para no firmar, asumiendo las partes como alternativa para la actualización de las condiciones laborales en esos sectores la de otras vías distintas a la del convenio colectivo provincial (acuerdos, convenios colectivos de empresa, decisiones del empresario, contratos, etc.). Pensar otra cosa no resulta lógico.

No quiero decir con esto que quienes negociamos nos sintamos cómodos con la no firma de un convenio sectorial o que no lo queramos, pero sí parece claro que no firmar es una mejor alternativa que ceder de nuestra posición final.

Decíamos que también se piensa que la no firma de un convenio sectorial precariza las condiciones laborales en el sector. Y no es así. Reconociendo que en términos de negociación no alcanzar un acuerdo sí es un fracaso, los hechos también cuestionan esta supuesta precarización que se suele imputar a la no firma de un convenio. Las consecuencias sectoriales de un desacuerdo no son las que se manifiestan y, mucho menos, en términos generales, ya que si así fuera el convenio, créannos, se firmaría.

Si tomamos como referencia los datos que recientemente hacía públicos la Federación de Empresas del Metal de Bizkaia en el sector, o los que nosotros mismos exponíamos en nuestra última rueda de prensa, la mayoría de las empresas piensa en 2019 incrementar salarios y mejorar sus condiciones. Y lo han hecho en años anteriores.

Así las cosas, los datos demuestran que la no firma de un convenio sectorial sí que va acompañada de una actualización de las condiciones laborales en el sector por otras vías. Ésta se producirá de una forma diferente, mediante convenios, acuerdos y decisiones de empresa junto con la aplicación de convenios estatales e incluso de los convenios provinciales que, estén en ultra-actividad o no, la mayoría de las empresas de BIZKAIA continúan aplicando y actualizando.

Y los hechos revelan que en algunos sectores esta alternativa es una mejor opción para las partes negociadoras que la firma de un acuerdo. Si no fuera así, tras haber hecho todo lo posible para firmar lo normal sería que acudiésemos a alguien imparcial que nos ayudara. Sin embargo no lo hacemos. Y lo lógico es pensar que actuamos así porque consideramos el desacuerdo una alternativa mejor a ceder de nuestra posición final y mínima. Incluso mejor que lo que un tercero nos puede proponer. Puede resultar chocante esta conclusión atendiendo a algunas declaraciones, principalmente sindicales, pero la lógica raras veces falla.

Teniendo en cuenta esto, la pregunta final seria ¿Tiene que ver esta no firma con el hecho de que en el sector de Oficinas y Despachos, o en el del Metal, conviven distintos subsectores y empresas con distintas necesidades y sensibilidades?

Nos atreveríamos a decir que sí. Prácticamente el 100% de las empresas del sector de Oficinas y Despachos a las que hemos preguntado han mantenido la jornada laboral del antiguo convenio provincial y han incrementado los salarios. Pero no se han quedado ahí. También han creado nuevas estructuras salariales, han diseñado nuevas carreras profesionales, etc., mientras las personas trabajadoras en este sector han crecido más de un 15% en los últimos 5 años.

Sin embargo, esas mismas empresas nos dicen que no pueden aceptar un convenio provincial que suponga “lo mismo para todas las empresas pase lo que pase” y que impida ese tipo de acuerdos, que sea absolutamente indisponible y que contenga renuncias a su capacidad de decisión u organización. Es decir, no es posible un convenio sectorial que afecte gravemente a esa evolución que han tenido las empresas, precisamente en base a sus necesidades.

Y en este escenario, la parte empresarial, pese a creer que la mejor opción sería un acuerdo y de tener que afrontar conflictos y negociaciones en el ámbito de la empresa, si no firma al menos no impide la capacidad de adaptación imprescindible hoy día, ni tampoco la posibilidad de actualizar y mejorar las condiciones laborales.

Y las centrales sindicales, mientras no firmen pueden seguir compitiendo entre ellas y defendiendo públicamente un discurso “bélico” basado en la confrontación y en el conflicto como objetivos y en la “criminalización” de la empresa, porque en el fondo son plenamente conscientes de que las condiciones laborales, aunque sea por otras vías, siguen actualizándose. Si no fuera así, no seguiríamos siendo la Comunidad Autónoma con el salario más alto y la jornada laboral más baja, a pesar de la anomalía negociadora expuesta en los párrafos anteriores.

En conclusión, si queremos que se firmen más convenios sectoriales en Bizkaia, y sobre todo que los que hemos firmado hasta ahora se renueven, es evidente que tenemos que romper con ese acuerdo tácito y probar cosas nuevas. Tenemos que conseguir que este “acuerdo” no sea una mejor opción para las partes que la de explorar nuevas formulas de negociación. Si no lo hacemos ya sabemos lo que nos espera. Además no olviden que quienes buscan nuevas experiencias y cambian su rutina son generalmente más felices. Hagámoslo.

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