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A vueltas con la Reforma Laboral y la Negociación Colectiva (Parte III). Renegociar el contrato.

Muchas veces me han preguntado cómo es una negociación sectorial desde la perspectiva empresarial y la verdad es que me cuesta mucho describirla. Suelo contestar, imagínate que vas a renegociar un contrato y de salida te dicen que no se fían de ti, que nada de lo que aparece en el mismo se puede cambiar y que sean cuales sean las necesidades de las empresas y sus circunstancias solo cabe mejorar ese contrato o, en el mejor de los casos, mantenerlo, con el añadido de que tu firma sin excepción afecta a todas las empresas del sector, exigiéndote también renunciar a aquellas herramientas que pueden facilitar a una empresa adecuar temporalmente el convenio a sus circunstancias.

A vueltas con la Reforma Laboral y la Negociación Colectiva (Parte II). Convenio sectorial y convenio de empresa no son lo mismo aunque a veces traten de confundirnos

En modo alguno es comparable un convenio colectivo sectorial a un convenio de empresa. Por ejemplo, una empresa puede renunciar a descolgarse bien porque los trabajadores ya han accedido a reducir sus salarios, porque ha habido ya previamente despidos, bien porque se han atendido otros planteamientos empresariales o simplemente porque su situación económica es buena y estable y no se prevé una evolución negativa, circunstancias todas estas impensables en la negociación de un convenio sectorial en la actualidad, con una coyuntura en términos generales muy complicada y en las que los sindicatos se niegan a negociar cualquier reivindicación patronal. No es correcto reducir el contenido de la negociación colectiva sectorial actual a la renuncia o no a la Reforma Laboral. En las mesas provinciales hay otros temas que también separan a las partes y que tampoco las centrales sindicales quieren negociar. Tampoco es cierto que desde las organizaciones empresariales exista una línea oficial inquebrantable a sus asociados para que no se renuncie a la Ley porque eso sencillamente es imposible.

A vueltas con la Reforma Laboral y la Negociación Colectiva (Parte I). “Una grieta en el casco del buque”

Leí hace ya un tiempo un artículo en el que se decía que “numerosas compañías” vascas se habían descolgado de la “línea oficial” de las organizaciones empresariales y habían admitido “cláusulas anti-reforma”. En ese momento decidí escribir unas líneas para el nuevo blog relacionadas con el estado de la negociación colectiva en relación con la última reforma laboral, pero luego el trabajo diario, como casi siempre, me llevó a que ello no fuera inmediato. Hace bien poco recordé aquella idea al leer otro artículo en la que la Secretaria General de LAB acusaba a Confebask por “bloquear” la negociación colectiva sectorial por pedir que los convenios colectivos “respeten la legalidad vigente”, solicitando del Gobierno Vasco que “presione” a dicha organización para que modifique su postura frente a la Ley, vamos, para que renuncie en nombre de todas las empresas vascas a la misma. La cuestión es que sigo teniendo aquella reflexión en la cabeza, si cabe ahora con más fuerza y de ahí que cumpla ahora, tarde pero como dice el refrán mejor que nunca.

Cultura arbitral: empresarios y trabajadores estamos en el mismo barco

Se podrá opinar desde una u otra visión sobre el descuelgue en última instancia impuesto por un tercero, discutir incluso sobre la constitucionalidad o no de la medida cuando tiene su origen en una Ley y no en la voluntad de las partes y es indiscutible que este aspecto concreto de la Reforma implica un cambio normativo sustancial con respecto a la normativa anterior en materia de negociación colectiva al que todos – empresarios/as, trabajadores/as y órganos u organismos de resolución de conflictos ya creados o los que se creen – nos tendremos que adaptar, primero adquiriendo esa cultura arbitral que nos falta, pero lo que en mi opinión no debiera producirse es la crítica de este instrumento atacando de forma generalizada a quiénes tienen que utilizarlo o pueden verse obligados a hacerlo en un futuro. Y mucho menos, sin contar lo que realmente supone.